La sed

En el nuevo mundo por en?sima vez reci?n descubierto de las mujeres, La sed se interna para poner una distancia: de menor a mayor, especie contra g?nero en la taxonom?a de los reinos. Una vampira llega a las costas de la Buenos Aires decimon?nica para ver por segunda vez en su vida c?mo las aldeas se vuelven una ciudad cosmopolita. Es el ocaso de las bacanales de sangre, de la Europa en que se puede matar y comer a destajo. Hay que adaptarse, mezclarse con los humanos, ser discreta. En el otro extremo de la novela, una mujer contempor?nea pasea con su hijo por el cementerio de la Recoleta y vive un poco inquieta su modesta emancipaci?n.El encuentro entre el mortal aburrimiento de la una y el g?tico a destiempo de la otra desencadena la hermosa novela que deja caer todo el peso de la muerte tumultuosa del pasado porte?o sobre las pasiones familiares en sordina del presente.Darwin dice que para los naturalistas, «las especies, cuando se cruzan, resultan especialmente dotadas de esterilidad, a fin de impedir la confusi?n». Marina Yuszczuk demuestra que en la literatura, por suerte, es exactamente al rev?s. Los experimentos con lo monstruoso de Mary Shelley y con la astucia dom?stica de Jane Austen, m?s que Dr?cula, est?n en el origen de la novela de especies que se niega a ser s?lo novela de g?nero.