También la vida de los diplomáticos se parece a un suflé, pero por razones distintas: aparentemente, vista desde fuera, es dorada, redonda, bella. Huele bien y da gusto verla. Por dentro, en cambio, es otra cosa. Y lo peor no es que esté llena de aire como maliciosamente piensan muchos (que lo está). Lo peor es que sube y…