El narrador convierte su primer viaje, breve, a La Habana en una búsqueda obsesiva y desafiante de una novela, "Celestino antes del alba", escrita por el gran escritor cubano Reinaldo Arenas, libro que inexplicablemente no logra ubicar ni en las grandes librerías de la ciudad ni tampoco en los puestos de venta de libros usados. Con verdadero frenesí, en medio de una alucinante travesía por calles y oficinas, por iglesias, en el cementerio de Colón y a través de diálogos con representantes de instituciones culturales cubanas, el narrador urde, empleando el contrapunto y fundido de voces, un mapa de visiones mágicas, y, sin embargo, reales, sobre la Cuba revolucionaria; el protagonista desafía una malla de desinformación sobre la novela de Arenas y sobre su autor. Palabras de los Orishas, voces y delirios que se entrecruzan para tejer un mosaico de imágenes, figuras e historias míticas y simbólicas sobre Cuba en los años 70. Un diálogo final sostenido con el gran poeta Lezama Lima y, luego, con un babalao, anudan, quizá, una respuesta a las interrogantes de Eduardo, a la incansable búsqueda de un libro que nunca consiguió leer pero que justificó (para él y el lector) un viaje alucinante.
